Durante la última década en China, el rap y otros géneros musicales como el rock han permanecido en la clandestinidad de aquel país asiático. Parecía que en 2017 por fin había llegado la “primavera del rap chino” tras el éxito obtenido por el concurso denominado “The Rap of China”, competencia que impulsó a varios de sus competidores hacia la televisión nacional; pero el gobierno mandarín no se demoró en cortarle las alas a esta posible amenaza, prohibiendo su difusión en cualquier medio por “entrar en conflicto con la moral” del partido comunista.
El productor de dicho programa, Chen Wei, dijo que el rap chino estaba a punto de convertirse en algo realmente grande y masivo, beneficiando a varios artistas como Mafan Xiansheng, que tras ese boom recibió decenas de ofertas de presentaciones y contratos discográficos, mismos que actualmente están siendo cancelados por temor de los patrocinadores a posibles sanciones del gobierno chino, que no quiere permitir la “infiltración” de una cultura occidental que podría ser utilizada para manifestarse en contra de situaciones sociales o ideologías políticas.